Nuevas voces inmorales

ACORDES VITALES

Guitarra en mano, Pablo Morales, ­voz y apellido del trío “Morales y Los Inmorales”, abre una nueva sesión musical en la frecuencia porteña, dejando en claro un principio fundamental: “ni un solo cover”.

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- ¿Por qué son inmorales los Inmorales?

Los “inmorales” es el nombre que reciben sin concursos ni sorteos, quiéranlo o no, quienes deciden acompañarme en este proyecto. En este momento, serían Antil Camacho (cello y vientos) y Alan Reale (bajo y guitarras). Ahora bien, si este nombre se ajusta o no al comportamiento de mis cumpas en su vida cotidiana, eso mejor que lo respondan ellos (yo tengo mi opinión, pero tendría que entrar en detalles y como esta entrevista se hará pública, mejor me callo). En todo caso, de algún modo la música nos ayuda a “encontrar la alcantarilla donde deponer la culpa de todo placer”, como dice una de nuestras canciones. Gracias a esto, creo yo, los Inmorales andan por la vida con la ligereza de conciencia necesaria como para hacerle honor a su nombre.

-¿Se sienten folk? ¿O les incomodan las etiquetas? ¿Qué les han dicho sobre su estilo?

Somos bastante folk, troveros, con raíces latinas. Para qué voy a andar eludiendo la etiqueta, si a fin de cuentas yo aprendí a tocar guitarra en fogatas de amanecida, en la playa, en el sur de Chile, desplegando el repertorio del canto nuevo latinoamericano hasta que se terminaba la última caja de vino. Por lo tanto, esto se nota, pero está cruzado con melodías y arreglos que nos acercan al rock, al blues, al jazz incluso. Personalmente no me incomodan las etiquetas, ya que es una manera de anunciarle al público lo que es posible encontrar. Eso sí, hay que tener cuidado, porque dejarse influenciar por ellas te puede llevar a descartar artistas de antemano, sin darles la posibilidad de ser escuchados. Es lo que me pasó con “Cómo asesinar a felipes”. Me dijeron que eran “rap” y no los pesqué. Después me los volví a topar en Internet y, claro, ahí me di cuenta que eran mucho más que eso. En todo caso, nos han dicho un montón de cosas: que sonamos españolados, a folclor trasandino, que somos melodramáticos, que les recordamos a Santiago del Nuevo Extremo, a Silvio Rodríguez, a Chico Buarque, a Radiohead, a Pink Floyd, a Nick Cave… En fin, un amigo me dijo que lo que hacíamos se parecía a muchas cosas, pero que de todas formas sonaba como algo nuevo. Eso me gustó.

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- ¿Dónde se sitúan las letras de Morales, como acompañamiento para la música, o como motivo principal de la canción?

Las letras son muy importantes. Serían “lo más importante” si lo que hiciera fueran poemas, pero intento hacer canciones, lo que para mí hace más interesante la ecuación. Obviamente, por experiencia y (de)formaciones profesionales, me muevo con mayor seguridad en el ámbito de las palabras. Creo manejar mejor sus connotaciones y su sintaxis. Por lo mismo, no puedo, no me sale, acompañar una idea melódica con palabras que sólo calzan bien en la métrica. Tiene que haber algo más. Por su parte, en la música, cuando compongo, ando siempre pisando sobre huevos. Cada canción es un desafío que, si me lo tomo a mal, me haría perder la paciencia. Pero como nada grave hay en no saber algo si es que se puede aprender, asumo la tarea con dedicación. Y el proceso me lleva a aprender un rasgueo nuevo, un ritmo que antes no había analizado, un acorde que nunca antes había hecho. En todo caso, construyo canciones pensando en que la música y la letra se deben necesitar. No me queda otra. Para mí, las canciones son dípticos. Siempre lo son.

- ¿Te acuerdas de la primera canción que compusiste? ¿La tocas todavía?
Algo me acuerdo, pero ya no la toco. Debo haberla hecho hace más de 15 años. La letra era medio existencialista, medio cliché, pero bueno… Igual me acuerdo que comenzaba con un verso del Neruda bacán, el de Residencia en la Tierra: “Sucede que me canso de ser hombre” y seguía… De otra de mis primeras canciones recuperé la letra y la incluí en una canción que sigo tocando con los Inmorales. Al final dice: “para ver si en una de ésas, encaja de una vez las piezas, y logra concordar con su cabeza”. Esto tiene que ver con la pregunta anterior. Hacer una canción es un poco eso: intentar encajar bien las piezas para que concuerde con lo que te habías imaginado, con lo que te está golpeando la cabeza.

- Ciencia ficción en Cavila: Te caes a una isla (onda película El Náufrago) pero encuentras una radio que te da la posibilidad de elegir sólo 3 discos para escuchar por los próximos 2 años que tardarán en rescatarte. ¿Cuáles elegirías?

Uff, comparito, qué complicado. Hay tanta buena música en este mundo. Me inclinaría por discos viejos, para poder cantarlos, para poder analizarlos también, y así entender por qué me gustan tanto. Mmmm, aerrsss… Me quedaría con “Construcción”, de Chico Buarque, para cachar con más detalle algunos arreglos, sobre todo lo que pasa ahí con los bronces. Con “Caja de música”, de Pedro Aznar, un disco grabado en vivo donde este loco da lecciones de versatilidad. Por ejemplo, de cantar con Mercedes Soza pasa a hacerlo con los metaleros de A.N.I.M.A.L. Por último, elegiría a “Sanfona”, de Egberto Gismonti. Un disco cabezón pero alegre. Hace un par de años me volví a topar con este disco en una plaza en el sur. Lo vendían en vinilo y lo compré. Ahora me falta el tocadiscos.

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- Volviendo a la tierra, ¿podrías nombrar dos grupos o solistas que te gusten de la escena porteña?

Je, je. Puras preguntas complicadas. Bueno, obligado nuevamente a tener que elegir, diría que lo último que me sorprendió fue un proyecto colectivo: “Junta de vecinos”, que editó el netlabel Pueblo Nuevo. Y de ese disco se pueden rescatar hartos temas, como “Los mushashos”, del Sueño de la casa propia. Es música electrónica, algo que yo no hago y quizás, por lo mismo, la escucho con atención… Ahora bien, creo que la escena porteña también está constituida por los músicos de restorán, de bar, esos que se pasean por el plan. La otra vez, mientras con la Paola nos tomábamos un vinito y nos jugábamos un dominó en el Moneda de Oro, aparecieron los tipos de Mala Junta, quienes hacen tango. Nada nuevo, repertorio tradicional. Sin embargo, eran tan buenos intérpretes, sobre todo la cantante, que por unos minutos abrieron un espacio de contemplación entrañable en el corazón del restorán. Los mozos sonreían agradados. Algo similar me pasó hace unos días mientras le hincaba el diente a un pastel de papas en el Playa, a la hora de almuerzo. Entró una mujer a regalar canciones. Tenía una voz liviana y compacta. Tocó dos o tres temas y cerró con una versión de “Jorge de Capadócia”, de Caetano Veloso. Fue precario, pero notable. ¿Cómo se llamaba ella? No tengo idea. Es que la escena porteña no son sólo los artistas de escenario, sino también estos otros. Con ellos es, al final, con los que se arma una especie de sistema de relaciones estéticas, sistema en el que también participan los comensales de los bares, los garzones de humita, la decoración nostálgica, la calle. Esa también es nuestra escena, creo yo.

- La ciencia ficción es entretenida: supongamos que te encargan musicalizar con los Inmorales un poema que represente a la poesía chilena para el acto central de celebración del Bicententario en el Estadio Nacional, con Presidente y toda la parafernalia ahí mismo. ¿Cuál harías y por qué?

Chupalla… Aeerrrsss… Me acuerdo ahora de un verso de Clemente Riedemann: “Contemplemos reunidos los hermosos amaneceres/ que en televisión han preparado para nosotros”. Es del poema “Rewind”, donde el autor hace un breve recuento de su vida y se acuerda de que a los veinte años le pusieron corriente en los cocos, entre otras cosas. Estaría bueno para la ocasión, sobre todo por esto de los amaneceres de mentira. Porque qué otra cosa más puede ser esto del Bicentenario. Cuando me dicen “mesa”, sé de qué estamos hablando; cuando me dicen “beso”, “pan”, “aspirina”, también. Pero cuando me dicen “patria” o “nación”, ¿de qué estamos hablando? ¿Entendemos todos lo mismo? Y si no es así, ¿por qué chucha deberíamos asistir todos a la misma fiesta? Bueno, igual este problema lo tienen clarito los que hoy gobiernan. Y sabiendo que la gente ve tanta tele, nos seguirán preparando hermosos amaneceres de mentira, para que no nos pongamos chúcaros.

- Por último: tres razones para ir a ver a Morales y Los Inmorales cuando toquen.

Porque hacemos canciones originales. Ni un solo cover. Porque tenemos hartas composiciones y a cada una le hemos ido descubriendo sus potencialidades; hemos ido apuntalando lo que cada una tiene para que rinda lo que más pueda. Por último, porque nuestras canciones hablan bastante, dicen muchas cosas, y con más de alguna de ellas alguien, a partir de su experiencia, puede comenzar a dialogar.

DATOS BLANDOS
Morales y los Inmorales

Integrantes actuales: Pablo Morales (composición, voz y guitarra), Antil Camacho (cello y vientos) y Alan Reale (bajo y guitarras).

Ciudad de Origen: “San Bernardo. Llevo cuatro años y medio viviendo en Valparaíso. Antil es originario de Santiago y llegó a Valpo. en 2005. Alan es porteño de nacimiento”.

My Space: www.myspace.com/moralesenlared

Próximas Presentaciones: Viernes 7 de mayo, 16 horas, en directo por radio Valentin Letelier. Jueves 13 de mayo, 20 horas, en el bar El Abasto ( a un costado del ascensor Reina Victoria.

Trabajo en estudio o demos: Tenemos planificado grabar un demo este año. Estamos trabajando para eso.

Por Absalón Opazo

Un comentario a “Nuevas voces inmorales”

  1. Poket Dice:

    Wuenna!! se abren los horizontes porteños!!

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