“Te lo vendo, pero ojalá no me lo compres”
OFICIOS CALLEJEROS
Hace 3 meses se pone con buenos libros en los peldaños de la concurrida plaza Aníbal Pinto, no por placer, sino por necesidad. Esta es la historia de Colli Sanhueza, actor que encontró en su librería la solución a sus penurias económicas.
Siempre lo vemos – por lo general muy bien acompañado – con su cajita de libros y revistas en medio de todo el ajetreo de la plaza Aníbal Pinto, entre personas, perros, vehículos, vendedores de aros, cuadros y hamburguesas de soya. Un buen día nos acercamos para preguntarle por las joyitas que tenía, y terminamos entrevistándolo y conociendo su particular relación con la literatura.
“Yo estoy en esto de los libros por consecuencia del oficio que tengo en esencia, que es el teatro. Como actualmente con el teatro no pasa mucho, y yo ya tengo que asumir ciertas responsabilidades económicas y darme vuelta todos los días, entonces me tiré a esto de los libros, desde el año pasado”.
El primer paso, ¿cuál fue?
“Comencé vendiendo mi biblioteca, con la conciencia de que en algún momento de la vida iban a retornar esos libros, de una u otra forma. Pero era lo que estaba más a la mano para resolver el hoyo y me embarqué no más”.
¿Cuántos años tenía esa biblioteca?
“Son libros que durante 11 años fueron acumulándose y que finalmente fueron mi recurso final para poder darme vuelta en la vida no más. De hecho ahora tengo medio botado el teatro, no porque esto me de mucho, pero sí porque me permite darme vuelta día a día. Es como estar en la resistencia permanente, sobreviviendo de acuerdo a como uno quiere vivir”.
Tienes muy buenos libros, algunos que ya no se encuentran en ningún lado…
“Bueno, lo que tengo ahora, hay parte que queda de mi biblioteca, y la otra parte es algo que yo he ido invirtiendo en el tiempo. También hay muchos libros que me han regalado amigos por aquí-por allá… en general, libro que me llega yo lo tiro de inmediato a la parrilla, a estas alturas prefiero salvar la guatita antes que llenarme la cabeza de huevadas”.
¿Cómo te ha ido con la fuerza pública que siempre corretea a los vendedores callejeros?
“Antes estaba en Bellavista y ahí me echaban los pacos todo el rato, aunque eran super tincados, de repente llegaban algunos y se ponían a leer los libros, las revistas, y otras veces me echaban altiro, de una no más. Aquí en Aníbal Pinto no pasa nada. Esta plaza tiene toda la onda”.
¿Te ha ido mejor acá?
“Sí, aunque todo es impredecible. Un día puede ser y otro no. Pero acá se nota que transita una población lectora mucho más que en Bellavista. Allá hay mucha gente pero todos andan en otra, acá no, se vive otra cosa, es como la plaza cultural de Valparaíso. En el poco tiempo que he estado aquí, he vendido más”.
¿Tienes algún tipo de público que siempre te compra? Lo digo por las joyitas… onda el que sabe, sabe…
“Vienen hartos viejos, como tengo literatura de autores clásicos, me compran mucho de eso. Ahora me quedan pocas joyas, pero he tenido algunas que las he vendido re-baratas… me acuerdo que tiempo atrás vendí la colección completa de la Historia de Chile de Gabriel Salazar, en 15 lucas… esa fue la que más me dolió, le decía al viejo, te la vendo pero ojalá no me las comprís… (risas). Pero ya estoy asumido que tengo que puro hacerla no más.
Bueno, para terminar, ¿quisieras mandar un mensaje a los lectores de Cavila?
“Que vengan a ver los libros, pues los renuevo permanentemente. Y también les deseo amor y paz a todos”.
Por Absalón Opazo Moreno.-