Luces y sombras del bar Liberty

CRÓNICA VISUAL

Cuando la tarde abre paso a la noche, se encienden las botellas del bar Liberty, el bar más antiguo del Puerto (1897).

Sus luces están prendidas en una de las esquinas de la plaza Echaurren, epicentro del barrio puerto de Valparaíso. Dos letreros – uno verde moderno y otro amarillo antiguo – anuncian el nombre del popular bar Liberty, uno de los últimos vestigios de la antigua bohemia porteña clausurada en 1973, pero responsable en gran medida de la enorme fama extranjera de Valparaíso.

Hablamos de una época donde el Puerto estaba lleno de luces y faroles, con mucha gente en las calles, marineros, viajeros, artistas. La ciudad se sacudía con las marchas obreras y en los cerros se acumulaba la pobreza más extrema, conformando una postal que hoy no se recuerda. Valparaíso, cuna del anarquismo: zapateros y artesanos predicando con el ejemplo el desapego a lo apatronado, con autosuficiencia y con crítica, mientras en la cuadra del Liberty, la bohemia se consumía en cigarrillos, pleitos, problemas, encuentros fugaces y poesía.

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La historia de muchos barrios de Valparaíso está recién siendo reconstituida y resignificada por la población. Lo marginal, lo que no sale en el libro de historia, es a la vez una voz poderosa que retumba en un profundo y grandioso legado cultural, dejado por un mundo popular hoy extinto pero que alguna vez tuvo algo que decir. En ese sentido, la voz de la calle es potente, y desde ahí – dicen – hay que levantar el lenguaje del arte chileno.

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Con esta idea, un grupo de músicos, artistas y trabajadores de la cultura comenzaron a realizar hace 1 año tertulias poético-musicales en el bar Liberty, en las que se respira un espíritu de reconocimiento mutuo, latente en todos nosotros. El miedo a lo desconocido desaparece junto con la televisión, y son reemplazados por el vaso de la curiosidad y la resignificación de nuestra vida en sociedad.

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Las tertulias son organizadas por los miembros del centro cultural La Aduana, responsable también de varios talleres gratuitos en el sector, y del memorable festival “por la desestigmatización de barrio puerto”, por el que han pasado, prácticamente, todas las bandas locales. En el Liberty, el asunto es más íntimo, más cara a cara, con limpia y directa actuación y un distendido público sediento que escucha atentamente la poesía y disfruta gozadoramente de la música.

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La experiencia de la poesía en el Liberty es un caso aparte. El público casi siempre se divide entre parroquianos del bar y la gente que va a escuchar a los poetas. Consideremos que la onda del bar es siempre: mucha risa, música y bulla. Pero cuando leen los poetas, se produce el necesario silencio, la escucha y el correspondiente aplauso, tras lo cual aparece el ritual de la actuación humana con todas sus emociones. Una vez, a un poeta, una señora lo abrazó y le compró su libro; a otro, unos choros lo invitaron una botella de vino; a otro, lo interrogaron con dureza: por qué mencionaba en su poema a la calle San Francisco, “siendo que usted no era de ahí?”.

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Palabras más, palabras menos, siempre el asunto se sella con un brindis. En el espacio-escenario del Liberty abunda la fraternidad y el respeto, una especie de sub-conciencia de cuidar uno de los últimos espacios originales que nos van quedando, en una ciudad cada vez más fragmentada, dispersa, autómata, con poco tiempo para el escape y la distensión.

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También, la frágil memoria se fortalece si de vez en cuando dejamos de hablar y escuchamos, miramos, bebemos y comprendemos mientras tragamos ese vaso oscuro o dorado, que la vida es una canallada o una lujuria, un espectáculo grotesco o un guiño sensual, un rumor de tormenta en la calle, o una sombra simplemente. Cuando cae la tarde y se encienden las botellas del bar Liberty, habla la poesía, canta la música, el tiempo se abre nuevamente y todo es una estruendosa y alegre borrachera, un saludable decir “aquí estamos, simplemente aquí estamos”, como hace 100 años en el mismo Liberty.

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Por Revista Cavila

6 Comentarios a “Luces y sombras del bar Liberty”

  1. Lon Dice:

    Un gran saludo a Taira, animadora de las tertulias, y a Jocelyn del bar La Aduana!

  2. Camila Dice:

    he estado en este lugar y tiene demasiado que rescatar, confirmo lo escrito y las sensaciones son similares… muy interesante, saludos

  3. erika Dice:

    Espero que este Tugurio no se convierta en un lugar de “moda” por causa de los “engrupios” y “seudos” que se apoderan de estos últimos espacios más genuinos que van quedando y pase como el Cinzano el Jota Cruz, La Piojera en Stgo. y muchos otros, que perdieron por sus altos precios el origen popular.

  4. antonio Dice:

    hay que conocer y meterse hasta los huesos para saber que hay en el Liberty, esa libertad que ya casi no existe en otras partes. Pura gente real sin expectativas mas que vivir y disfrutar el presente…. nadie vio el mañana…

  5. maria rosa Dice:

    vivo en Barcelona, España, y estoy intentando encontrar datos de LA PENSION FRANCESA, que en el año 1879 estaba ubicada en la Plaza de Echaurren de Valparaiso. Por favor me pueden uds. ayudar. Para mi desde aqui España me es muy dificil poder encontrar alguna cosa en las bibliotecas por no decir ninguna..
    Quedo a la espera de sus gratas noticias. atentamente
    Mª Rosa Granja

  6. Julio Dice:

    Hermosa reseña!

    El sábado pasado para el partido de Chile fui a conocer este emblemático lugar. Fue un momento mágico, de mucho aprendizaje con cada buena persona que conocí ese día, y disfruté feliz de un litrito de escudo. Me contaron también que los jueves bailan cueca chora, así que me apareceré nuevamente por allá con un pañuelo. Saludos y muy recomendado ir sólo para entablar conversa con las meseras y los personajes que siempre se ven en aquellas mesas!

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