Chiu Chiu, sólo el silbido penetrante del viento
OJO EN VIAJE
A unos 30 km de Calama esta Chiu Chiu, un pueblo quizás más antiguo y originario que San Pedro, pero sin la blonda y sin fin oleada turística transitando por sus calles.
Fue una invitación a ver en bruto lo que se podría convertir en un centro multi conectado con valles, géiseres y Pucarás.
El adobe de sus muros aún no ha sido tocado por ninguna compañía turística dispuesta a ser pionera en un pueblo que a las tres de la tarde parece fantasma.
Recuerdo el viento golpeando fuerte, muy fuerte, levantando el polvo que azota y añeja los muros, y por sobre todo la piel.
No hay voces, no hay conversaciones, tampoco hay risas. Sólo el silbido penetrante del viento pareciera ser capaz de despertar al pueblo que duerme siesta junto a sus difuntos en la iglesia.
El olor de la iglesia es devoto, huele a esperma y se respira solemnidad. Piso de piedra, cactus tejido con cuero separan este micromundo interior del sol y viento que viven y reinarán por los siglos de los siglos.
Escuela de San Francisco de Chiu Chiu frente a una plaza que grita para que llegue marzo. A ver si este año vuelve a renacer.
Pueblo con casas en una siesta constante, con gente que contrasta en este escenario. Personas de trato cálido y suave a pesar de lo erosionados que están, el sol pega fuerte y ellos lo saben, la vida en el norte no es fácil, el desierto es hostil con lo que da, por ello hay que trabajar duro para conseguir tan preciado sustento.
Chiu Chiu, pueblo perdido en los alrededores de Calama, dueño de la iglesia más antigua de Chile y que aún se mantiene con su espíritu íntegro, libre de flashes y luces auspiciadas por el frenesí turístico que embarga a otros pueblos. Chiu Chiu pueblo perdido pero jamás olvidado.
Por Mauricio Soto