Poemas de Roberto Viereck

Profesor de literatura hispanoamericana en la Universidad Concordia, en Montreal, Canadá.

Telekinesis

Mi padre cerró sus ojos
cuando los míos abrían
ventanas en febrero
y ratas huían (como locas)
por los ronquidos de mi madre
que estremecían el parrón
donde dormían las uvas
a esperar los ojos del amanecer
en el cementerio.

Fin de cuentas

En el ojo de la actitud objetiva
nace la nueva humanidad
que, por fin, redistribuye
lo que ya no le queda.

Llorar en Venecia

Es perderse en la escena
como máscara china
bajo encorvados puentes
por donde navegan
los esbeltos canales
cargados de besos
que un día partieron
hacia el Rialto sin mar
(ni vaporettos).

Lloras en Venecia
y se inundan los mercados
de lunas medievales
ansiosas por vivir
bajo el puente del olvido
el secreto que te abraza
y no te deja morir.

Llorar en Venecia
es una postal al sol,
una gotita de Murano,
en la lente tuerta del turista.

Juro

Que no volverá a emerger el hambre
dentro del pan,
ni el sudor en la mano
del que ama.

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