Al fin se restaura el Museo a Cielo Abierto

CULTURA LOCAL

Es uno de los puntos turísticos más promocionados de Valparaíso, pero la mayoría se desilusiona al conocerlo en terreno por las deplorables condiciones de obras y señalética.

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Durante muchos años, Valparaíso ha presentado
el Museo a Cielo Abierto en condiciones paupérrimas. Señaléticas prácticamente inexistentes y obras en evidente estado de deterioro, son hasta ahora las principales características de este espacio ubicado en el cerro Bellavista, y que se promociona en el extranjero como uno de los más destacados atractivos turísticos del “patrimonio de la humanidad”.

Pero lo cierto es que el famoso Museo deja bastante que desear. Para los vecinos de los barrios donde se emplaza, es frecuente y cotidiano encontrarse con turistas caminando con cara de desilusión, tras constatar el estado casi total de abandono de obras de arte maravillosas, realizadas por destacados artistas del orbe.

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Una vez más, resulta paradójico
que la ciudad se “venda” turísticamente en el extranjero mostrando una imagen que no se preocupa en mantener, como sucede también con las vistas y la conservación del “anfiteatro natural”, entre otros “detalles”.

Así, en este caso, el turista – y el porteño – se sienten como mínimo engañados cuando en catálogos, mapas, folletos y videos, se les mostró un Museo a Cielo Abierto colorido y limpio, pero en realidad el asunto resultó ser sólo un acertijo de calles sin señalética y con pinturas dañadas por el paso del tiempo y la acción de los rayados anónimos, donde ni siquiera la vista al mar que salía en el catálogo existe, ya que ahora se acaba de levantar un edificio gigante horrible de 22 pisos justo frente al Museo, en el plan de la ciudad.

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Lo bueno es que recientemente aparecieron luces en el camino, al menos para las obras del Museo. En el mes de noviembre, el municipio y la Pontifica Universidad Católica de Valparaíso firmaron un acuerdo para trabajar en la conservación y mantenimiento de las 20 obras que conforman esta muestra pública, documento firmado en persona por el rector de la PUCV, Claudio Elórtegui, y el alcalde Jorge Castro.

De acuerdo al comunicado entregado en el municipio, “el acuerdo establece una serie de obligaciones para ambas instituciones, donde destaca la mantención y restauración de las obras; la colocación de señalética de los murales y los accesos al museo, así como también el cuidado del aseo urbano; la donación de materiales para el trabajo de los artistas y la supervisión de vigilancia ciudadana para resguardar la seguridad de los turistas que visitan el sector”.

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Para muchos, esto representa un paso importante que renovará el Museo a Cielo Abierto, iniciando una especie de “segunda etapa” de esta valiosa idea, nacida en 1992 gracias al diseño del profesor de la PUCV, Francisco Méndez, junto a un grupo de estudiantes de arte de aquel año. Una contundente intervención urbana de la pintura en el Puerto, con obras de artistas como José Balmes, María Martner, Roberto Matta, Nemesio Antúnez, Mario Toral y Gracia Barros, por nombrar algunos.

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Esperemos que pronto se inicien los trabajos, y así la ciudad pueda recuperar en parte su conversación con el arte y el lenguaje, a través de la pintura y las intervenciones urbanas. Una buena idea sería integrar nuevas obras al Museo, con disciplinas como la escultura y la fotografía, aprovechando escaleras y paseos, como ya lo han hecho los chicos del mosaico en el sector de pasaje Pasteur, Guimera y Calvo del cerro Bellavista.

Otra buena idea muy noble sería que no se hicieran más edificios en altura cerca, pues éstos no contribuyen en nada a mejorar el patrimonio de la humanidad que se supone es Valparaíso. De hecho, los vecinos del Bellavista tuvieron que hacer frente a la intentona de una empresa de levantar una mole en el corazón del cerro, en la zona del Museo, liquidando la vista. La organización del barrio y la absoluta falta de garantías que ofreció el proyecto, dieron un gran triunfo a los vecinos, salvando de paso una pintura del Museo a Cielo Abierto que habría desaparecido de hacerse el edificio. Otra paradoja del “patrimonio cultural”.

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Esta es la pintura que se salvó de ser demolida por una constructora, para levantar un edificio de departamentos en pleno cerro Bellavista. La organización de los vecinos esta vez pudo más que el poder voraz de las inmobiliarias.

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La hermosa intervención urbana de María Martner, destacada artista nacional, muralista y vitralista, con una amplia trayectoria en el mundo de las artes visuales y la cultura nacional.

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Estos desperdicios estaban al terminar la intervención de María Martner. No había paro de funcionarios de aseo el día que tomamos la foto. Solo la enorme inconciencia de un porteño que aún no entiende que la ciudad la compartimos con todos.

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Una de las entradas actuales del Museo a Cielo Abierto. No existe un mapa del lugar, una referencia de las obras, de la iniciativa, una bienvenida. Sólo latas de una propiedad abandonada y un letrero que pocos cumplen.

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¿No será mejor hacer estos letreros con otros materiales, que no sean superficies lisas especiales para escribir con plumones? Veremos qué medidas se toman. Estaremos informando.

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