Lienzos de los anhelos

CRÓNICAS DE VIAJE

“Prefiero los caminos a las fronteras…”. Soñé que viajaba; y que lamentaba haberme olvidado mi diario (bitácora) al salir a prisa, supongo, y porque uno siempre omite algo sin querer. Del sueño a la concreción de remirar fotos y transitar por los recuerdos. Luego, directo a la cavilación sobre la relación entre el viaje geográfico y el interior, pues se supone que al trasladarse se adquiere un conocimiento nuevo, que debería contribuir a ser uno alguien mejor.

web2Todo desplazamiento implica un aprendizaje. La idea es entender el mundo; el exterior, para poder organizar el interno. Ello conlleva algo que los humanos usualmente no sabemos hacer: observar y escuchar; rasgo casi tan propio como que necesitamos algo en qué creer, y apoyo en los momentos de crisis, solicitándose para algunos casos favores divinos; incluso al otro lado del mundo: Los lienzos rojos de los anhelos, colgados en las barandas de los templos budistas de la lejana China, albergan en su hermosa y extraña caligrafía los requerimientos meta-físicos de los fieles.

Caso curioso, cuando uno de los principios fundamentales del iniciador de la doctrina es que para liberarse de las angustias hay que hacerlo primero de los deseos. ¿Cómo se logra eso? Parece que concordamos con los devotos en que es casi imposible; quizá tanto como creer viable la paz en el mundo (para eso tendría que estar vacío…); sólo podrá lograrlo un ser superior.

Los principios filosóficos que construyen las religiones parecen escindirse cada vez más de ellas (¿trampas de la fe?), incidiendo en que la realidad como la conocemos se vaya deconstruyendo: Ver en Hangzhou a un monje budista hablando por celular fue el principio del fin; al menos de esa percepción romántica de Oriente que parecemos tener a partir de la literatura (o bueno, de las películas de karate para muchos); o saber que numerosos fervientes oran al lado de los religiosos, en las aras del santuario, bajo la ostentosa estatua de Buda…, luego de pagar cuantiosas sumas por ello; o que el Principal maneja un Mercedes Benz…

Asumo entonces que no hay personas en gran medida diferentes al otro lado del planeta (todos tenemosweb3 angustias y deseos). Pero se concibe diferente al estar allí, verlo y vivirlo (no es sano alimentarse de ilusiones). Y como la idea es aprender algo de lo experimentado, surge la pregunta acerca de si desplazarse físicamente implica una mejora espiritual o sólo la satisfacción fetichista de tener una foto junto a tal estatua, tal catedral o tal palacio. Cuando el verdadero templo -ese que alguien parece reconstruyó en tres días- está en uno mismo. Así, si aquel que regresa no es el mismo que partió, no necesariamente es diferente para mejor.

Del recorrido, mi aprendizaje: por un lado, que gente de conducta maliciosa, cruel o hipócrita puede estar en cualquier parte, y que aquí y en la Quebrada del Ají el mundo es un soberano y gran caos, culpa ello de los “humanos”; que el viaje interior y el exterior no siempre se condicen –hay gente que con los viajes no aprende nada (quizá los “viajes de estudio” de los colegios o academias debieran cambiar de nombre): sigue siendo igual de banal y mediocre o incluso peor-; por otro, que moverse da la oportunidad de ver diferente la realidad y que ello ayuda a enfrentarse a las circunstancias personales de otra manera, ojalá altruista; y que a las personas que uno realmente ama se las lleva consigo, en su equipaje emocional, adonde quiera que vaya. Y en este sentido, por fortuna, no existen los límites.

Por Campanita

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Un comentario a “Lienzos de los anhelos”

  1. Victor Dice:

    Lo del mercedes y el monje monje budista hablando por celular es asi la cosa como esta en China, lamentable como ocupan la religión para hacerse ricos (..)

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