El enigma del Bar Suecia
ARCHIVO CAVILANTE
Me animo a cumplir una meta que me había propuesto hace bastante rato, ir a escribir algunas crónicas al antiguo y siempre porteño Bar Suecia.
Ya inserto en el tránsito cotidiano del Puerto, enfilo rumbo a este mítico bar. Al llegar a la entrada me inclino para darle un ojo al subterráneo del local en donde puedo apreciar el gentío que suavemente se confunde con el humo de la noche y que de manera gentil me extiende una misteriosa invitación a bajar los escalones que indican la ruta de mi objetivo.
Así de golpe me encuentro rodeado de viejas mesas adornadas con porteños buenazos para el pipeño barato, en donde el juego de la brisca pareciera ser una especie de rito dentro de la iniciación a una bohemia distinta pero no por eso menos interesante. Entre cartas y cartas salen las lenguas para lubricarse en el líquido sagrado mientras observo la geometría de mi alrededor para dar tumbos que me llevan directo a la barra en donde Don Jorge (dueño del bar) me pregunta amistosamente que me voy a servir…
- Un vaso de vino por favor…
- $250… (barato pienso)…
Tomo mi vaso, a lo lejos diviso una mesa desocupada que cerrándome los ojos me incita a sentarme en sus sillas de terciopelo azul. Una vez instalado cómodamente, dispongo a pegarme un sorbo del líquido de la casa y podríamos decir que por el precio es bastante aceptable. Mientras tanto llegan y llegan jubilados, montepiados, portuarios, gente muy modesta que encuentra en este espacio un refugio al crudo invierno, además de ser un lugar en donde reunirse con sus amigotes.
En la mesa de al lado discuten amistosamente unos borrachines sobre quién hizo mas goles en el mundial, en la mesa del frente duerme un señor que en realidad parece ser un niño soñando todos los litros de alcohol recolectado en todos estos años. Ya con un poco de vino en mis venas me asombra la calidez de los paisanos que acuden a este bar, además la temperatura es muy agradable (es invierno y hace frío allá afuera) y creo que muchos de los que vienen al bar llegan buscando esa calidez que se asemeje en algo al dulce hogar de cada uno, porteños de tomo y lomo, hombres y mujeres con variadas historias, ángeles y también demonios.
Entiendo que este lugar puede llegar a ser una especie de capilla ardiente en donde cada uno a su modo y al ritmo del clásico pipeño purga lúdicamente sus pecadillos y mentirillas del cotidiano. Levanto la vista y en la pared del fondo veo un esplendoroso cuadro de Valparaíso antiguo colgado en la pared.
- Ese cuadro tiene como 50 años; me dice el vecino de la mesa del frente…
Me pregunto cómo habrá llegado aquí tal pedazo de tela, quien habrá sido el ideólogo de tamaña postal, cuadro misterioso, se asemeja a una ultima cena llena de barcos y cerros en donde Jesús predica tambaleándose por el vinacho consumido.
Entra y sale gente, se saludan, se despiden, parecieran conocerse de hace tiempo. Un detalle que me intriga es la ruma de platos esparcidos en las mesas. Es que aquí la especialidad de la casa son los porotos con longa (a $500), plato por lo demás nutritivo, que contiene todas las vitaminas necesarias para sortear los embates del crudo invierno del Puerto. No hay duda que al estar en el bar Suecia uno tiende a viajar al pasado, lugar templado, cuna de guitarras destartaladas alucinógenas, donde estarán las musas con sus vestidos transparentes esperando la ultima botella de la noche, el último poema del cerro humedecido por el líquido parlante que desde los asoleados parrones de la matria viaja hasta llegar a la garrafa que menea el dueño para abastecer las gargantas hipnóticas de los comensales.
Pero ojo, en lugares como este, cada palabra, gesto o movimiento en falso puede tener un alto costo si a encuentros violentos se refiere. Hay que saber moverse por estos salones de navegantes ebrios. Mientras tanto salen y salen los platos de porotos hirviendo desde la minúscula cocinilla…
- Deben estar sabrosos, pienso…
Aunque mis tripas aúllan por un plato de comida caliente, creo no es el momento de aventurarme en un manjar de a quina, ya que me espera un recital bastante movido y no apostaría mis tripas a pasar una noche en vela a causa de unas legumbres traicioneras.
De tanto en tanto siento las miradas de los paisanos en mis espaldas, raro deben pensar ver un tipo flacuchento, solitario, sentado en una mesa con un vaso de vino escribiendo quizás que cosas…
- Qué escribe ? me pregunta un curioso…
- Estoy tratando de llevar a cabo un proyecto personal que tiene que ver con relatar a modo de crónica lo que ocurre en los bares más antiguos del puerto…
- Es ud. periodista? Escribe poemas?
- No soy periodista, le respondo. Solo soy un porteño mas, común y silvestre que de tanto en tanto es hipnotizado por noches de luna llena aquí en la costa…
- Ponga atención, me dice, a los diálogos de las personas acá…
- Sí, le digo, en eso estoy…
Miro a mi alrededor, y los murmullos de sobrevivencia inundan mi cerebro.
- Suelta una monea’ hueon, pa’ comprar otro copete…
- Suelta una monea’, si no te voy a cagar con las moneas’…
Pequeños versos que fluyen de las santas bocas de personajes que pernoctan en las otras mesas…
- Tenis un cigarro ?…
- El Michael te trajo cigarros!
Versos que son como poetas hundidos en una delinquencial verborrea nocturna…
Levanto la vista y creo sentirme bendecido por el hecho de transitar estos caminos que no llegan a ninguna parte, sino a tumbas con pipeños encendidos como velas perpetuas. Le doy el último sorbo a mi vaso de vino y me apresto a enfrentar otra noche llena de serpeantes oscuridades y furtivos sonidos transmitiendo códigos de idiomas nocturnos que me lleven a recorrer los misteriosos callejones del Puerto.
Por Felipe Ugalde
Agosto 5th, 2010 at 9:11 pm
Alguién una vez escribió que la virtud de algunos hombres está en escribir, y la de otros, en no escribir.
Agosto 6th, 2010 at 10:46 am
me imagino que por esta razon tu tambien escribes no ?
Agosto 6th, 2010 at 9:10 pm
Poetita sensible, aunque jamás sabrás quien escribió eso. saludos porteños
Agosto 8th, 2010 at 6:39 pm
Triste Tristan…se quien eres, pero no te procupes, no voy a ir a buscarte al bar donde trabajas.
seguire escribiendo estas cronicas que tanto lees.
no hay saludos esta vez.
Agosto 10th, 2010 at 1:28 am
Amigo mio… yo hubiera probado esos porotos con longa, porque se enoja de los comentarios de mi alter ego, usted sabe que me gusta jugar…jajajajaja
Enero 26th, 2012 at 10:12 am
Ese bar lo creó mi abuelo, Luis Benavides (QEPD, wanderino a morir), aún recuerdo el olor a Pescado Frito, vino y porotos, la luz, y las voces de la gente cuando íbamos a visitar a mi abuelo.
Gracias por el relato.
Enero 26th, 2012 at 10:40 am
Pero que maravilloso don tienes felipe! Te juro q me emocione demasiado con tu nota… Simplemente hermoso, al igual que Rodrigo Perez (el que escribio arriba) soy nieta del fundador del bar. Me imagino que si mi abuelo estuviera vivo, hubiese llorado con tu hermoso homenaje. Muchas gracias por escribir tan bonito
Enero 26th, 2012 at 11:22 am
Buena nota, pero nunca te preguntaste porque el bar lleva ese nombre?… el nombre “Suecia” fue puesto en honor a mi madre y mi familia. Este bar fue creado por mi abuelo,mi familia se fué a Suecia por los años 80, y él al extrañar a su hija bautizo su bar con el nombre del pais al cual nos fuimos… este es un bar típico porteño que no se debe dejar de visitar…
El creador del “Bar Suecia” fué Luis Benavides (QEPD)
Enero 26th, 2012 at 3:57 pm
Quu emocion mas grande ,efectivamente fue mi padre LUIS BENAVIDES ARANDA ,FALLECIO HACE 6 AÑOS el amaba este lugar y como dice mi hija PRISCILLA ,fue en mi honor su hija mayor que decidio ponerle este nombre, este lugar sigue siendo nuestro pues al morir mi padre paso a ser nuestra herencia ahora mi madre lo tiene arrendadao a don JORGE,el lo lleva muy bien ,pero me emocione mucho con este reportaje ,es verdad yo al igual que mi hijo RODRIGO aun recuerdo mucho el olor y la gente que lo visita ,gracias al escritor
de esta columna ,me vinieron a la mente muchos recuerdos hermosos.
Febrero 28th, 2012 at 6:30 pm
¿Donde queda este bar? La dirección exacta…