El gesto socarrón de Francisco Papas

CULTURA

Hace un par de semanas, en Interludio Restaurant (Merced 316), finalizó la exposición (que podríamos decir que eran dos) del artista Francisco Papas Fritas. Similares en su concepción y en la forma (se trataba de una muestra pictórica), pero distantes por su estructura ideológicamente helicoidal, los espectadores pudieron apreciar la singular expresión del arrebato y la labor concienzuda de un autor entre autores.

Lo que hice en mis vacaciones

Hablé de dos exposiciones en una, algo ambicioso, pero no tanto. En esta sección, muletilla para no cuadrarme con los designios de la crítica, se puede ver el afán de un autor que de manera apacible une íconos de la cultura popular, junto a personajes definitivamente siniestros, en un campo articulado por la manifestación del color y su ritmo monótono. Se desvive Papas Fritas, quizás por qué oculta maña, en atar el autorretrato con la frialdad ecuánime de los retratados. En un largo desfile de personalidades acorraladas en el gesto del artista, se pueden apreciar, sin mayor sobresalto, a un asesino en serie, a un ex presidente, al Papa actual, al ideólogo de la constitución chilena de 1980, a Darth Vader y a los hermanos Marx. La ironía, lo repito, es gestual.

Mis amigos de Facebook

En esta otra sección (sin tener la menor intención de diseccionar la obra a partir de la teoría) se debaten, como si nada, una turba de retratados dispuestos a enriquecer el dispositivo textual del artista. Digo esto sin ninguna propiedad. Subyace el texto, con la impostura de quien evita cuadrarse con el lenguaje, como una forma de reconocimiento con esta tropa de espectros. Michel Foucault, Nicanor Parra, Emma Goldman, el Subcomandante Marcos, Ho Shi Ming, Gilles Deleuze, Clotario Blest, Jacques Lacan y un largo etcétera prefiguran el tono, nada discursivo, del planteamiento dado por el enunciado. Estos son los amigos de Facebook. Por descuido olvido a otros notables retratados, no por dejadez. Qué decir. Papas Fritas es un autor fundamental, una piedra en el zapato para los prestidigitadores encerrados en las galerías de arte.