La Provincia Chilena

CRÓNICA

“Las provincias de Chile son las subdivisiones territoriales intermedias del pais, inferiores a las regiones y superiores a las comunas.” Muchas cosas suelen ocurrir en la provincia. Mientras tanto mi madre me manda a comprar medio kilo de pan para la once y un poco de mortadela lisa allá por los noventas bien nirvaneados, dentro de un oscuro buque gris rumbo calle Pedro Montt esquina Las Heras.

Si, si, tambien allá por los ochenta mi abuela Ana me mandaba a comprar pan a la esquina, en la panadería no sé cuánto en calle Alcalde Barrios 191. Recuerdo ese pan, esas hallullas saliendo calientitas del horno metálico, y un té con leche que me paraba los pelos de punta, escuchando las olas de fondo, allá en Las Torpederas.

Y la provincia también fueron balazos, cortes de luz, encapuchados, lectores de noticias en la tv dictatorial, y el tirano que día tras día quería ser reina, reina del imperio bosquoso del sur. Y yo a mis doce años me conformaba con una buena once y salir a jugar con mis amigos al cerro de calle Carampangue, a robar frutos secos, almendras partidas y cuescos de zarzamoras.

La provincia me habitó en el pan, la harina, los perros ladrando, los cuantificables planetas del hemisferio y en aquellos ataúdes flotantes que salían a viajar en noches de luna llena desde el Cementerio Nº3 de Playa Ancha.

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Las provincias son como las familias, me refiero a las familias chilenas. Algunas bien constituidas y otras no tanto. Las provincias son como las putas, como las putas de un puerto que ya no existe existiendo en mi memoria de largo plazo, pero que una vez inventó una calle llamada barrio chino y la avenida siete espejos, en donde seguramente mi padre Alejandro Ugalde Silva bailó hasta el amanacer abrazado de alguna puta triste mientras le juraba amor eterno de mentira virginal.

Las provincias son como las playas, pero sin cadáveres por supuesto. Algunos bañistas de la capital no conocen cómo funcionan las marejadas de la costa y cada verano hay que lamentar decesos por inmersión en playas relativamente “seguras”.

Cada uno de ustedes lleva tatuada la provincia en algún lugar del cuerpo, puede ser un dragón en la espalda o mariposas en los ojos. La provincia es un pico y zorra escrito en aquel cemento fresco de cualquier calle de nuestras mugrosas ciudades. La provincia es hechar un par de cachas escondido en los matorrales de cualquier cerro del gran Valparaíso.

Y el semen? Bueno el semen serán los futuros hijos de la provincia.

Como tú, como yo.

Amén.

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Por Felipe Ugalde

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