La gestualidad como ímpetu propio
RECOMENDADO / ARGENTINA
Lluvia Constante, se presenta por último día en teatro Nescafé de las artes. Es el primer domingo de julio, esos que provocan abatirse en cama por el frío cordillerano de Santiago de Chile. Sin embargo es una ocasión en sumo atractiva y es el último horario. Las razones van desde su gran éxito en Buenos Aires, hasta el conocimiento del aclamado original del estadounidense Keith Huff, “A Steady Rain” interpretado en Broadway por Daniel Craig y Hugh Jackman con éxito pasmoso. Lo atrayente es que en este duólogo llamado Lluvia Constante, participa el destacado actor Rodrigo de la Serna. De partida su carrera no sólo se limita a la actuación debido a que le atañe a una banda de tango llamada “El Yotivenco” a lo que suma un programa como presentador, llamado “Tocá madera”, sin dejar de comentar sus grandes trabajos actorales en “Diarios de Motocicleta” como Granados, o siendo el mismísimo San Martín, en una película llamada “Revolución, el cruce de la muerte”. Sin duda en los diversos medios que ha intervenido; televisión, música, teatro o cine, es casi una constante que sus interpretaciones van de la mano de temas sociales de manera certera y con un rasgo siempre veloz. Desde sus apariciones en la destacada serie de culto “Okupas” (2001) se advertía como comenzaba a conocer calle su personaje “Ricardo”, con ello la serie de tv se volvió tan creíble para el pueblo argentino, en un complejo escenario social; donde un inmaduro tipo de clase media vive a lo vago con su “Nona”, y de un momento a otro debe impregnarse de marginalidad, como destino sin estribillo de vuelta. Se habló entonces del surgimiento del “hiperrealismo”, modalidad que se amplió a una gran cantidad de manifestaciones artísticas del momento que atravesaba el país, y en especial su capital.
Llueve en Buenos Aires
Tanto Rodrigo De la Serna como un policía llamado Dani, y Rodo su fiel amigo de vida y oficio, interpretado con propiedad por Joaquín Furriel, invitan a viajes de intimidad, trabajo de funcionario de calle, no pudiendo aspirar a ser “agentes”, por políticas de integración que desintegran, y que vuelven más fascista al simple peón; en los límites indefinidos de siglo XXI sudamericano, en donde la coexistencia multirracial muestra siempre dos caras en lo políticamente correcto. Se refuerza su sello, al no existir una escenografía con destellos ni gran iconografía, llegando a ser no sólo minimalista, sino austera para que no interfiera su agitada narración.
La velocidad de disparar la historia se vuelve excepcional. Sólo por segundos, por un mal cálculo, por una serie de de situaciones vertiginosas se establece una vida agresiva porteña. Porque precisamente para que transcurran las acciones se debe a un lugar, a la violencia de su trámite, al ámbito ciudadano en materias como el racismo del funcionario desconfiado, al discurso de dos caras, el alcoholismo urbano, y al chovinismo como postura del oficial. Hombres en el límite de la normalidad, pero con un trazado inesperado, como si de un momento a otro el destino los puede llevar a infiernos sin decisión alguna, con tal fragmentación, que la percepción se vuelve irreconocible.
“Lluvia Constante” en su versión argentina se apodera de las imágenes hechas corporalidad y gesto de percutor. La puesta en marcha de Rodrigo De la Serna como Dani y Joaquín Furriel como Rodo, son narraciones con encuentros de la amistad siempre imperfecta por la lealtad relativa, definitivamente humana. Con lo cual hay un merito de entrada, debido a que la obra original exhibida en Chicago, y luego alabada en Broadway, siempre transcurre en su ciudad de origen Chicago, incluso la versión posterior mexicana “Lluvia implacable”. Lo que hace ver que su presente adaptación dirigida por Javier Dualte, expone a un virtual barrio porteño de conurbano, sin tener que decirlo, como la verdadera ciudad cosmopolita de antaño con desgate de mil implantes del sistema. Es por eso que Lluvia Constante, logra ser una gran adaptación sudamericana construida por los dramaturgos Federico Masllorens y Federico González del Pino, que calza de forma efectiva con dos policías argentinos, reparando en cada uno de sus guiños, un temperamento expuesto a mil detalles de gestos efusivos ítalo sudacas; donde el éxito de tener una gran pantalla plana y una familia bien llevada, puede resultar una mentira tan absurda en las formas que te imponen los límites de sobrevivencia. De un Dani, al borde del fascismo, cafiche de cafiches, padre de familia, oportunista, galán de prostitutas. Y de Rodo, tipo manso de bajo perfil, alcohólico en rehabilitación, adulto solitario, con actitud de débil por retribución, y que sin embargo desea mucho lo de Dani. Comenzamos a distinguir que la subjetividad de nuestras historias mentales llevadas a nuestras calles mestizas, son imparables por representaciones desintegradas. Ahora es cuando veo a este policía argentino llamado Dani, y pienso que junto a Rodo, son parte de esa generación de jóvenes del corralito como los de “Okupa”, luego de diez años, corriendo para salvarse de ser ignorados, en la locura del sistema imperante; porque estamos gozando y aguantando lo impuesto, casi un retrato tan real que debemos comenzar a descifrar la velocidad de nuestras ciudades sudamericanas, en donde ahora incluso hay perversión importada, y tener un plasma más una vida mínimamente vinculada es una lluvia constante.
Agradecimientos a Carla Carrieri.
Por Andrés Cataldo
Noviembre 6th, 2012 at 12:05 pm
Está bueno, la serie okupas era bacán. Buena que haya intercambio y se digan cosas sociales del teatro.
Noviembre 14th, 2012 at 10:35 am
alta nota, bien graficado lo que es De la Serna para el actor argentino.
Enero 13th, 2013 at 2:48 pm
Tiene finta la escritura, tal como lo es hoy el trabajo de Rodrigo. Hay más material de teatro y cine de América del Sur? suerte cavila, porque el que cavila camina.