La autoeducación de los pobres, la mala educación de los ricos

OPINIÓN

Mucho se ha hablado en Chile este último tiempo sobre educación y sus formas de financiamiento. Se ha dicho de todo, desde barbaridades célebres como aquella pronunciada por el presidente Piñera (¿quién más?) cuando dijo que la educación es y debe ser un bien de consumo, hasta algunas más sensatas que plantean la educación como un derecho humano junto a la vivienda y la salud.

Sin embargo poco se ha hablado acerca del más elemental de los asuntos. ¿De qué hablamos cuando hablamos de educación? ¿A qué tipo de competencia humana nos estamos refiriendo? ¿Para qué sirve? ¿Por qué debe ser gratuita para todos y no para un grupo social específico? ¿Por qué se debe actualizar constantemente?

En un impresionante despliegue de (auto) producción neuronal, esta autora intentará abordar desde su humilde y muy particular punto de vista, algunas aristas de este importante tema, tan manoseado como de urgente vigencia en nuestra sociedad chilena actual, carcomida por el más despiadado de los capitalismos jamás visto ni sufrido.

Podría comenzar diciendo que me parece a mí que la educación es una herramienta que se dan los hombres, los pueblos, para conocerse a sí mismos y a su entorno en función de su sobrevivencia como sujetos y como comunidad, en un tiempo y lugar históricos. Por ejemplo, una comunidad de agricultores enseñará a sus miembros y en los inicios de su formación, los asuntos concernientes al cultivo de la tierra ya que de ello dependerá su continuidad en el mapa. Lo mismo, una comunidad costera, procurará enseñar a sus hijos los secretos de la pesca y el mar.

Estos conocimientos pasarán de generación en generación a través de los instrumentos de comunicación de que disponga esa comunidad; relato oral, mitos, leyendas, escuela, literatura, arte (desde el punto de vista del arte como vehículo de comunicación que es el punto de vista al cual adhiero), radio, televisión, medios de comunicación masiva o alternativa, internet, etc. Parece una obviedad pero ojo que no lo es tanto. Ese conocimiento, el que se transmite a través de la educación, es un tesoro que reúne la sumatoria de experiencias acumuladas por un grupo social y que no ha costado poco. Por ejemplo, ¿cómo saber cuáles peces son los venenosos y cómo evitarlos? ¿Qué corrientes los arrastran? Para obtener ese simple dato hubo uno o muchos que murieron envenenados o que naufragaron. Entonces ese conocimiento tiene un valor específico como información y un valor simbólico e histórico como patrimonio. Es el cúmulo de experiencias que dan las claves de la vida a ese pueblo.

Ahora bien y a lo que vamos, en el marco de la globalización, que es el tiempo que nos toca, las coordenadas espacio-temporales se han expandido y multiplicado, también los conocimientos y las diferentes y nefastas formas de la colonización. Podríamos afirmar que lo que caracteriza a la globalización es la expansión y la diversidad de actores sociales que aparecen y desaparecen con una rapidez nunca antes vista. Donde antes sólo había agricultores ahora hay pescadores, industriales, burócratas, artistas, inmigrantes, putas, travestis, narcotraficantes, estudiantes, hackers, contaminación y un largo etc. Diversidad de actores sociales, de oficios, de conocimientos, de economías, de valores, de sexualidades, de dioses, de procedencias étnicas, políticas y de clase. Cada uno con sus relatos, su historia de sobrevivencia a cuesta, su tesoro. Cada uno de ellos moviéndose, desplazándose e interactuando con los demás a una velocidad inédita, facilitada por las tecnologías de la información.

Por lo tanto en tiempos globales, la educación, debería estar centrada en primerísimo primer lugar en comprender (para sobrevivir) este magma ardiente y creciente que es la DIVERSIDAD, por primera vez en la historia de la humanidad desplegada en toda su megacomplejidad y magnitud. La educación debería ser la herramienta por antonomasia que permita a los pueblos y a las personas aprender y desarrollarse en la complejidad del mundo, sin que esta complejidad los paralice o los destruya.

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Una educación que separa las clases sociales, que promueve la formación de guettos o de castas impenetrables, como el actual modelo educacional chileno, simplemente no está cumpliendo su función más elemental que es la sobrevivencia del grupo social de acuerdo a las características de su tiempo y está obsoleta. Esa es la principal razón por la cual la educación debe ser gratuita y para todos.

Es absolutamente indispensable que en un mundo conmocionado por un acelerado proceso de deshumanización (y descomposición), las clases sociales se miren, se reconozcan en su humanidad, se junten y puedan crear vínculos de colaboración, trabajo y amor desde una edad temprana.

La Diferencia

¿Y qué es la diversidad? Es diferencia en igualdad. Es decir, es diferencia no jerárquica ni coercitiva. ¿Cómo se aprende la diversidad? Pues en contacto con lo diverso y lo diverso es lo diferente a sí mismo. No se puede aprender de lo igual porque lo igual solo nos confirma, no nos enseña nada que no conozcamos. Lo que se aprende se aprende de la diferencia, en contacto e interrelación dialéctica con ella. La diferencia es una fuerza dinámica no estancada. No se puede aprender la diversidad en un libro o en una clase de teoría porque la diversidad es una práctica y una condición de la sociedad.

Una educación que no apunte a la integración no fagocitaria de la diferencia es una MALA EDUCACIÓN por muy costosa que sea. Ya hemos visto que cuando no hay conocimiento hay miedo y cuando hay miedo hay violencia y la violencia venga del Estado o del margen descompone el tejido social. Es decir es antisocial (y criminal).

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La autoeducación de los pobres, la mala educación de los ricos

Siendo la educación un asunto de sobrevivencias, como ya hemos visto, la historia nos enseña que los pobres habiéndoseles negado desde siempre el acceso a la información y toda herramienta para salir de la pobreza, naturalmente tenderán a buscar “autodidácticamente” caminos de desarrollo. Y esos caminos pueden ser tan tortuosos como cuestionables. Así tenemos a una amplia gama de ejemplos compuesta por narcos, chorros, padrinos y otra serie de “delincuentes” que sin embargo son héroes sociales porque le doblaron la mano al sistema. Crearon su propio sistema enquistado dentro del sistema. Lo que desde el punto de vista de la sobrevivencia es una tremenda y muy loable empresa creativa. Yo les daría un premio. El premio “Como sobrevivir en el sistema sin que te chinguen, chingando tu primero, sin haber nacido en la casta de los que chingan por naturaleza”.

Afortunadamente en Chile también tenemos el ejemplo de la Unidad Popular que fue tal vez la más revolucionaria practica de autoeducación creativa que se dio a sí misma la clase obrera en la historia de este vapuleado país. La UP fue un corto pero fructífero período donde los obreros organizados y con el apoyo del gobierno de Salvador Allende lograron diseñar las bases de una economía solidaria y alternativa que si bien no pudo sobrevivir al complot de Estados Unidos, dejó una impronta imborrable y muchos ejemplos de organización popular que hoy están siendo estudiados en el mundo como una verdadera alternativa de desarrollo sustentable.

En tanto, los ricos, rigurosamente separados de la realidad de los pobres, que es por lo demás, la realidad de la mayoría, carecen de herramientas para comprender y trabajar con la clase con la que tendrán que lidiar el resto de sus vidas, ya sea como empleados o como clientes. (Suponiendo que los ricos están predestinados a ocupar los cargos dirigentes).

Los ricos, educados en colegios para ricos, en barrios de ricos, aislados desde niños en guettos de gente rica, y que no conocen más que esa pequeña, limitada y pobre (por lo uniforme) realidad, naturalmente tendrán serias dificultades para relacionarse con el resto del mundo desde una posición no patronal. Es decir, con seguridad serán incapaces de establecer relaciones de igualdad y de colaboración con el amplio universo de la diferencia que los espera en el marco de la globalidad expandida.

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Entonces no importa cuánto se pague por una “buena educación”, porque si ésta excluye el contacto con más de la mitad de la “realidad” siempre será una mala o al menos una muy incompleta educación. Una educación clasista es privativa e insuficiente en un mundo plural. Razón más que suficiente para cambiarla y que vuelva a ser, a través de la gratuidad y el acceso igualitario, una cuna de humanidad.

Por Elizabeth Neira
Santiago de Chile junio 2013

Fotos: Colectivo Mi Fotografía es Protesta II (facebook)

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