Teorema
LITERADURA
Quizás sería de gran ayuda citar las palabras del propio Pasolini para entender este informe sobre una familia rica de Milán que, además, es una novela (que es a la que voy a hacer referencia) y un film destacadísimo de este poeta imprescindible. “Teorema fue concebido como pièce en verso, hace unos años; después se transmutó en película y, al mismo tiempo, en el relato del cual proviene la película, que a su vez lo corrige. Todo lo cual hace que el mejor modo de leer este manual laico acerca de una irrupción religiosa en el orden de una familia de Milán sea el de seguir “los hechos”, “la trama”, deteniéndose lo menos posible en la página.”
Esta irrupción religiosa referida por el autor no es otra que la del “huésped”, especie de primera persona solapada o, de tercera, auto impuesta: un muchacho atractivo, que no queda claro cómo hace arribo a este hogar que se nos revelará desecho, que logrará seducir, con su silencio, con su impostura, a todos los integrantes de esta familia, incluyendo a la criada.
Pasolini describe, sin caricaturizarlos, a un grupo familiar compuesto por el padre, la madre, un hijo y una hija. Son ricos, como dije al principio, tienen privilegios y poseen una vida social y laboral no exenta de ese patronazgo pueril que nos sugiere cierta incomodidad frente a sus pertenencias. El padre es dueño de una fábrica, los muchachos van a un colegio exclusivo, digno de su clase, y la madre tiene una horrible propensión a perderse no sólo en las novelas que consume maquinalmente, sino que, en el amplio jardín de su mansión lombarda. La criada se limita a servir, con esa devoción propia del proletariado, a sus amos, y a esquivar los coqueteos de un cartero que parece salido de una comedia de los hermanos Marx.
En uno de esos fastuosos almuerzos en el jardín, el padre recibe un telegrama que da aviso de la llegada del “huésped”. La tensión generada por una escritura tendiente a recabar antecedentes vuelve esta pequeñez en un hecho trascendente. De ahí en adelante todo se pudre frente a nuestras narices y a las de los protagonistas. He dicho que el “huésped”, divinización de la figura masculina, portento de la lívido, no posee la cualidad, aparentemente necesaria, del antecedente narrativo. Puede ser un primo, un amigo, un preceptor. No es nada de eso y lo es, es el “huésped”. Y como tal no hace mucho más que pasearse por los jardines de una Lombardía que uno imagina en otoño, pero que, como nos sugiere el narrador, podría ser un verano calurosísimo. También lee las poesías de Rimbaud y seduce, en el colmo de la inocencia, de manera inconsciente. Primero al muchacho, con quien comparte habitación; luego al padre, que sorprende a su hijo espiando, bajo las sábanas, el sexo discordante del lector del poeta francés y así, como abejas a un codiciado polen (punto de fuga y reconocimiento), a la criada, a la hija y a la madre. La descripción es detallada, somera, al límite del escándalo. Todos son cómplices de una desventura que al lector se le anticipa, incluyendo al texto poemas escritos por los protagonistas, a través de la bíblica expulsión del pueblo judío al desierto. El epígrafe, en este sentido, es funcional a esta relación con lo desconocido.
Al final de la primera parte, el “huésped” se marcha. Demás está decir que todo acaba en desastre, en imponderables de tipo místico; en negaciones tendientes a resaltar las bondades del socialismo; en huidas de una promiscuidad lacerante; en la pérdida, en definitiva.
Por Carlos Peirano
Diciembre 6th, 2010 at 3:52 pm
Además, qué buena película. Honestamente, me ha seducido más la filomografía de Pasolini que su literatura. Desde Mamma Roma hasta Saló, desde el neorrealismo hasta ese engendro sádico y simbólico. Si antes era muy difícil acceder a su obra, hoy requeiere sólo una micro. Muchachos de la calle, Teorema o Las cenizas de Gramsci se pueden encontrar en el Persa Bio Bio a pocas lucas. Las películas también, si no sabes bajarlas de internet (en http://www.clan-sudamerica.net está la filmografía completa para bajarla por emule)están en el Persa a 2 lucas cada una o tres en cinco.