Que el Plebiscito no sea una estafa
MIRADOR
Iniciar un proceso constituyente en un país despolitizado. Discutir una nueva Constitución donde la mitad no entiende lo que lee. Definir las reglas de los próximos 50 años con los neoliberales en total mayoría, manejando prácticamente todos los poderes del Estado.
Mirándolo así, quizás, no era el mejor momento para escribir una nueva Constitución. Pero si no, ¿cuando? Había que arriesgarse, dirán algunos, pero al menos yo, siempre temí que la nueva Constitución la terminaran escribiendo los mismos de siempre. Por eso, veo con pesimismo total la irrupción de los Heraldos, los Elizaldes, los Chaínes, los Longueiras y todos sus “militantes”, apropiándose de algo que jamás han apoyado.
No espero mucho del nuevo Chile que supuestamente emergerá de esta nueva Constitución, si la escriben quienes escribieron el libreto del ‘88 y nos vendieron un NO sabiendo que consolidarían el modelo económico de Pinochet y sus Chicago Boys. Una estafa por donde se le mire.
Ahora, una nueva estafa está en marcha, y cada movimiento, cada publicación de prensa, cada aparición televisiva, cada publicación en redes sociales, apunta a repetir lo del ‘88, en el sentido de cambiar todo para que nada cambie.
Eso no puede volver a suceder. Debemos exigir un límite de participación para los partidos políticos que gobernaron el sistema de Pinochet, pues ellos siendo parte del problema, no pueden ser parte de la solución. Y al mismo tiempo, se debe pedir que se garantice la participación, en igualdad de condiciones, de cabildos y asambleas territoriales, cuyas resoluciones, a diferencia de los partidos gobernantes, sí son una genuina fuente de poder del pueblo.
Por Lector